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domingo, 20 de noviembre de 2011

EL CUENTO DE LA RODILLA Y EL RODILLO

By Federico Brun · Sunday, October 10, 2010 on FACEBOOK

Dice que había una vez en un lejano país, que se llamaba Bulimia, un rey omnipotente que le gustaba viajar mucho en su alfombra mágica que era muy cara y la compró pese a que su pueblo era muy pobre. 

Se las pasaba entre viajar por todo el mundo, hablar hasta por los codos, madrugar y sobre todo jugar fútbol.

Sus vasallos no podían decir nada, porque en esas épocas había dos clases de torturas. Cuando había que someter a todo el pueblo se utilizaba el rodillo y cuando se tenía que castigar, la rodilla. Esta última sanción estaba a cargo del propio rey que aplicaba un rodillazo en los evos del trasgresor, quien luego sufría de amigdalitis el resto de su vida porque sus apreciadas guindas se le trepaban hasta el cuello. Para efectuar estos castigos, el rey y sus acólitos preparaban un partido de fútbol, durante el cual se procedía al rodillazo de rigor. El árbitro era parte del show porque no expulsaba al rey pues no entendía lo que era Fair Play, pero tomaban preso al agredido, innovación muy peculiar que comentaba el mundo entero, ya que, ni cuando Catalina de Medicis hacía temblar el mundo, no tuvo la idea de sacudir a sus adversarios jugando al fútbol y como era una reina, no hubiera procedido a realizar, personalmente, un show tan ingrato. 

Para justificar esta folclórica medida, sus portavoces dijeron que era una reacción sabia, porque ningún joven debe atentar contra las canillas de una persona mayor, mientras en silencio la gente masticaba el chicle de la impotencia preguntándose, ¿“entonces, por qué no deja de jugar fútbol”? Para que nada de eso salga a la luz pública, el entusiasta rey inventó una ley, para que se controle los medios de difusión y mandar a la cárcel a aquellos cuya opinión no le gustaba. Eso dio origen a una pandemia de amigdalitis generalizada porque el pueblo estaba con las amígdalas inferiores congestionadas de bronca.


Entonces, ya no usó la rodilla, sino el rodillo. Todos fueron donde el jerarca a expresarle su preocupación, él los atendió con mucha cortesía, dijo en su interior “chocolate por la noticia” e hizo funcionar su rodillo parlamentario y, dándole un viso demócrata, la ley se aprobó. Con rodillo se dio así un rodillazo a los inmaculados evos de la democracia y colorín colorado esta vaina, como dicen en Venezuela , recién ha comenzado.

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